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Para muchos el recordar el gran día en que iniciaron su camino juntos, probablemente, significa echar una mirada hacia atrás y revisar las lecciones  que se obtienen de la experiencia vivida y las elecciones de proyectos en conjunto que marcan la pauta ¿se apoyaron sin límites o cada uno quiso realizarse en lo personal?

La gran sorpresa es que el 52% de los que hoy están satisfechos con su matrimonio no tienen interés en pasar juntos todo el tiempo, para nada, no todos sus proyectos son compartidos. Tampoco es clave tener ambos el mismo sueño: la casa en la playa, vivir en tal o cual lugar, estudiar o trabajar al extranjero e incluso tener hijos o el número de hijos que el otro desea. Lo que importa es lograr un consenso y respetar al otro.

¿Existe una fórmula para que la pareja tenga una relación duradera?

El estudio sobre matrimonios felices y duraderos, realizado en Chile por el psiquiatra Arturo Roizblatt, señala los motivos por los que éstos perduran en el tiempo y también las mayores diferencias que se manifiestan entre los que se declaran satisfechos y los que muestran un menor grado de satisfacción.

Es muy importante resaltar en primer lugar, que no hay una asociación significativa entre la felicidad matrimonial y el nivel económico ni tampoco educacional. El saber cómo ser felices no es privativo de unos pocos ni de un grupo privilegiado de la sociedad.

Uno de los aportes más interesantes de este estudio son los ingredientes que señalan los hombres y mujeres que se declaran satisfechos: el amor, la confianza y la lealtad; también mencionan el compartir valores, el respeto mutuo, el saber dar y recibir y la capacidad de comprensión y apoyo.

Sin embargo, el contexto que rodea todos estos elementos no puede ser otro que el de una rica comunicación entre la pareja donde se valora expresar los sentimientos desde la perspectiva del «yo siento» y donde escuchar y ser empático es fundamental.

En las crisis, que prime el apoyo mutuo

Según Gottman, las parejas que se mantienen juntas pueden ser clasificadas en tres grupos:

1.  Inestables -algunas veces pelean y otras están apasionadamente involucradas-

2, Sólidas -se aprecian, apoyan, son compatibles-

3. Evasivas, que viven vidas paralelas pero continúan casados.

Estas últimas, por una serie de razones como el temor a estar solo, la mutua dependencia o sus ideales de familia, prefieren permanecer viviendo juntos.

Para mantenerse unidos en los momentos de crisis prima en las parejas el apoyo mutuo también los valores. La convicción de que las crisis son inevitables y ayudan a crecer; también el ser responsables de los hijos.

Para la pareja con un largo camino recorrido, esos mismos novios de aquel entonces, el motivo de mayor alegría de haber sido capaces de vencer cada crisis, es sin duda, haber visto crecer a sus hijos, formar nuevas familias y conservar en ellos ese amor con que iniciaron este camino hace años.

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